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miércoles, octubre 05, 2005

ENTREVISTA A NOAM CHOMSKY

MARIA J. RAGUE

Lingüista estadounidense, nacido e1 7 de diciembre de 1928 en Filadelfia. Su carrera académica es brillante: Bachelor of arts (1949), Master of Arts (1951) y Doctor en Filosofía por la Universidad de Filadelfia (1955); es, además, Doctor Honoris Causa por las Universidades de Chicago y por la de Massachusetts. Ha sido profesor invitado en Universidades estadounidenses de gran prestigio intelectual (Columbia,LosAngeles, Berkeley) Discípulo de Z.S.Harris y de R.Jakobson, es el creador de la gramática generativa. Autor de: Syntactic Structures(1957); Language and Mind(1968); Studies on Semantics in Generative Grammar (1972).

-¿Dé que modo puede contribuir la teoría lingüística a la investigación de los procesos mentales y al estudio de la naturaleza humana?
-En el campo de la teoría lingüística se pretende encontrar una respuesta al problema de cómo una persona es capaz de adquirir el conocimiento de su lengua. Este conocimiento puede ser definido como una estructura especial, como un sistema de reglas que una persona ha logrado dominar. -Así, al responder a esta pregunta se nos plantean dos cuestiones:
a) ¿cuál es el sistema de reglas que domina una persona y que le permite utilizar su lengua con toda la libertad con que suele hacerlo?
b) El segundo problema consiste en averiguar qué fundamento existe en la naturaleza humana para asimilar este sistema especial de reglas, teniendo en cuenta el hecho evidente de que se halla al alcance de cualquiera. Creo que la conclusión más adecuada que puede deducirse es que el sistema de reglas que asimila un niño normal es extremadamente rico, abstracto y distante en su naturaleza de los datos inmediatos de la experiencia. Si esto es cierto para la gran mayoría de nuestros conocimientos, todavía lo es más en el caso del lenguaje. Esta certeza significa que el investigador de la naturaleza humana se enfrenta con un gravísimo problema cuando tiene que explicar como un sistema de reglas extraordinariamente rico y articulado de manera tan compleja es asimilado por un niño sobre la base de una experiencia muy fragmentaria. Este problema no consiste, en absoluto, en explicar cómo se desarrollan los hábitos sobre la base del aprendizaje ni tampoco cómo se asimilan las generalizaciones sobre la base de la inducción; por el contrario, el problema se parece mucho más al que, en muchos aspectos, se plantea a un hombre de ciencia que es capaz de crear una teoría científica (un rico y complejo sistema de reglas) sobre la base de una experiencia fragmentaria y en desorden. Somos conscientes de que no existe ningún medio para lograrlo. Ahora bien, si los niños son capaces de conseguirlo, deben hallarse dotados, como parte de su naturaleza humana, de la capacidad de asimilar precisamente estos sistemas y no otros de tipo diferente. Si continuamos la investigación por este camino, podremos adelantar una serie de ideas totalmente razonables y pormenorizadas acerca de la naturaleza intrínseca de la inteligencia del ser humano. En realidad, creo que la cuestión tal vez pueda plantearse con mayor claridad si se recurre a una comparación que procede del género denominado "ciencia ficción". Imaginemos que un científico marciano aterriza en nuestro planeta y que, por un prolongado espacio de tiempo, se dedica a investigar la conducta de los seres humanos, sin tener prejuicio alguno, ajeno a cualquier sistema de valores ideológicos y desconocedor de la historia y del pensamiento filosófico y tradicional: un científico al que únicamente preocupara averiguar cómo son los seres humanos. Pues bien, es posible pensar que descubriera que un ser humano adquiere, por ejemplo, tres modos o sistemas distintos de conocimiento. En primer lugar, el individuo en cuestión ha adquirido el conocimiento de su lengua; más tarde, el del comportamiento de los objetos en el espacio físico y, por ultimo, el de la física contemporánea. El científico de Marte ha descubierto estos hechos gracias a diversos experimentos y observaciones; así, por ejemplo, para darse cuenta de que una persona ha adquirido el conocimiento relativo al comportamiento de los objetos en el medio físico, le bastaría registrar que puede agarrar con sus manos una pelota u otro objeto semejante. De la misma manera, el científico marciano puede proseguir su investigación con el fin de determinar lo que ha asimilado el individuo: ¿Cuál es el modo de adquisición del lenguaje? ¿Cuál el del espacio físico? ¿Cuál el de la física contemporánea? Imaginemos ahora que, al profundizar en la investigación, constata que el niño, en general, asimila los dos primeros modos de conocimiento, el del lenguaje y el del comportamiento de los objetos en el espacio físico, y que, además, los asimila con una gran rapidez, independientemente de su inteligencia; no necesita ningún aprendizaje especial; no se trata de una cuestión de enseñanza: su saber, los modos o sistemas de conocimiento que asimila se fundan en un número extremadamente reducido de evidencias, equiparables entre sí. El científico marciano se percataría, si fuera un buen científico, de que las cosas ocurren de manera muy diferente en el caso del tercer sistema, es decir, en el de la adquisición o asimilación de la física contemporánea. Este conocimiento sólo lo asimila gente muy especializada, que trabaja muy intensamente para conseguirlo y sigue un riguroso proceso de aprendizaje. Si no posee este aprendizaje, si la información no se le presenta de una forma muy organizada, poco podrá aprender sobre estos problemas de la física. Más tarde, si investigara de un punto de vista histórico, descubriría que dicho sistema de conocimiento se ha desarrollado como un tipo de producto cultural, a través de muchas generaciones de individuos y mediante la intervención de muchos genios, que la adquisición de tal sistema no era, de ningún modo, un logro natural del hombre. Supongamos qué entonces pidiera una explicación de este hecho. Pues bien, se nos puede ocurrir, como explicación, que el conocimiento de la física es un sistema mucho más complejo que el conocimiento del comportamiento de los objetos en el medio físico y que el conocimiento de la lengua materna, y eso podría explicar la clase de diferencia que existe entre estos tipos de conocimientos. Sin embargo, esta explicación parece ser totalmente falsa, pues el conocimiento de la física (el sistema de la teoría física) no es, en modo alguno, más complejo que el sistema de la gramática inglesa. Para ser exactos, ocurre exactamente lo contrario: el sistema de la gramática inglesa parece ser mucho más intrincado en sus conexiones internas que la complejidad de las leyes que informan la teoría física, al menos en la medida en que nos es conocida. De hecho, hay que ser muy prudente al utilizar nociones de manera simplista al describir la teoría pero, en la medida en que tales nociones poseen algún sentido, no parece existir ninguna diferencia crítica entre las tres teorías. Ahora bien, el científico que observara estos tres sistemas no sería capaz de predecir cuál de ellos podría ser asimilado más rápidamente por un organismo arbitrario en una reducida cantidad de tiempo. Al advertir dicha circunstancia, si se tratara de un científico lúcido, llegaría inmediatamente a la conclusión de que la estructura del conocimiento del lenguaje y la del conocimiento del espacio físico son, probablemente, una propiedad del organismo. Esto es, el organismo asimila tan rápidamente estos complejos sistemas porque ya los conoce. Es decir, los adquiere de la misma manera que aprende cómo actuar y cómo alimentarse, cómo andar, etc.; en realidad, no "aprende" nada No es algo que le haya sido enseñado; simplemente, implica que posee una capacidad innata desarrollada bajo la interacción con el medio ambiente. El conocimiento de la física, por el contrario no opera de igual modo. No poseemos un conocimiento de la física ya constituido en nuestro cerebro, por eso debemos esforzarnos por descubrir en qué consiste dicho conocimiento. Probablemente, esto explica cómo ocurren las cosas; pero también significa que si uno desea averiguar la naturaleza de la inteligencia humana, deberá estudiar los productos intelectuales complejos (por ejemplo el lenguaje o las teorías acerca del espacio físico) que, indudablemente, reflejan en su propia estructura características de la naturaleza de la inteligencia.

LENGUAJE Y SOCIEDAD

-¿Cree usted que la estructura de una lengua puede quedar afectada por un cambio revolucionario en la comunidad hablante?
-Efectivamente, pero es muy difícil contestar a esta pregunta, excepto en las modalidades elementales que ya he señalado: cuando la lengua posee una jerarquía de uso. Cualquiera de ellas puede mantener una jerarquía determinada en cuanto función social, aunque, en realidad no se trata de una cuestión muy profunda, y es sabido que tales estructuras se encuentran en lenguas como el japonés o el coreano. Si las sociedades sufrieran un cambio radical y desaparecieran las estructuras jerárquicas, la gente seguiría utilizando su lengua, si bien entonces no se produciría dicha jerarquización. Desde luego, una lengua puede utilizarse para expresar una ideología. Observe las distintas lenguas: las hay que poseen unas características diferentes en relación con el sexo, pues la de las mujeres es diferente de la de los hombres. De nuevo nos encontramos con un fenómeno que muy probablemente se produce en cualquier lengua, pero que resulta sorprendentemente: cierto en muchas de ellas.

-¿Es posible hallar una teoría general de la gramática que pueda ser adaptada a todas las lenguas sin que este basada necesariamente en elementos culturales?
-Si, así lo creo. Lógicamente, cabe deducirlo de las primeras consideraciones que ya he hecho. Es decir, si, tal como creo, es verdad que la estructura del lenguaje refleja propiedades fundamentales de la naturaleza humana, cabe concluir que debe existir una gramática universal, una teoría universal de la gramática, que es simplemente la teoría de los rasgos intrínsecos de la inteligencia humana. Esta es, precisamente, una de las muchas realizaciones de este sistema universal, aunque posea un rango muy especial.

-¿Considera usted. posible aislar el lenguaje de la sociedad?
-En primer lugar, cuando consideramos el lenguaje como un todo limitado, efectuamos una idealización, una abstracción. Cuando se estudia el lenguaje, o cualquier otra materia semejante, uno debe abstraerlo de la realidad de la experiencia y de la vida, del mundo, etc., a intentar escoger ciertos aspectos de esa realidad que poseen su propia estructura intrínseca y pueden estudiarse aisladamente. De este modo estudiamos la física o el lenguaje. Por él hecho de considerar el lenguaje como un todo integrado y aislado, no debe llegarse a la conclusión de que lo sea efectivamente, que en el mundo real se halle separado de otras muchas funciones; naturalmente, de ninguna manera es así. El lenguaje es un sistema simbólico de comunicación. Esto es, nuestro use del lenguaje se halla estrechamente relacionado con las estructuras sociales, materia sobre la que no vamos a plantear ninguna otra cuestión. Es muy posible que existan otras estructuras con las mismas propiedades que el lenguaje y que puedan estar estrechamente relacionadas con él. Sin embargo, desconocemos la razón de que no exista ninguna teoría comparable en otras áreas de función emparentada, aunque podemos descubrir la causa de que esto sea así. No sería extraño que descubriéramos que la teoría de una persona acerca de la conducta o comportamiento de los objetos en el espacio físico y su teoría del lenguaje, su conocimiento de su propia lengua, surgen, en parte, de una forma interrelacionada, en que una influya sobre la otra, y que los mismos mecanismos intelectuales colaboren a la creación de ambos sistemas. Si esto fuese cierto, el lenguaje no constituiría un conjunto, un todo aislado. Con el progreso de la cultura, también podemos descubrir los cambios en la lengua. Así, por ejemplo, la gente que vive inmersa en una cultura científica tiende a utilizar las palabras con el tipo de significación que no utilizaría si viviera en una cultura no científica. Si yo me refiero a algo, al agua, pongamos por caso, quiero significar que posee una determinada microestructura, una cierta estructura interna oculta y que conozco cuál es dicha estructura. Ahora bien, si descubriésemos algún nuevo producto que se asemejara al agua, pero que no poseyera tal microestructura, probablemente llegaríamos a la conclusión de que no era agua. Por el contrario, si viviésemos inmersos en una cultura pre-científica, creo que emplearíamos la palabra agua para significar simplemente aquello que no posee sabor determinado alguno que es incoloro, que satisface la sed, etc. De hallar algo nuevo que se le pareciera, probablemente no nos preocuparíamos demasiado en averiguar si poseía una microestructura. Pues bien, tal vez sea ésta una diferencia fundamental entre los distintos modos de cómo utilizar y entender las palabras en una cultura impregnada por la ciencia y en una cultura pre-científica. Así, a este respecto, incluso propiedades fundamentalísimas de la teoría del significado pueden muy bien variar entre diferentes culturas, según la medida en que el conocimiento científico sea una propiedad común. Creo que existen muchos factores o elementos semejantes que revelan que el estudio del lenguaje no puede llevarse a cabo si se lo aísla de todo lo restante, de todo aquello que lo circunscribe. En este sentido, el lenguaje no es un conjunto aislado.

-¿Qué opina usted de la separación entre la Lingüística y las restantes ciencias conexas?
-Creo que la mayor parte de los límites establecidos en este campo son artificiales y que no existe ninguna razón particular para tener que aceptarlos. Por otro lado, anular toda clase de deslindes equivale a dejar en una vía muerta cualquier esfuerzo intelectual. Por ejemplo, no creo que puedan considerarse próximas ciertas actividades, como la artística y la científica. Al hablar de límites artificiales me refiero a dos subdominios de la ciencia (el de la lingüística y el de las ciencias afines), incluso a dos subdominios de las ciencias humanas, como la psicología y la lingüística, o bien al estudio de la percepción y del lenguaje, por ejemplo. Creo que lo más correcto es estudiar estas dos materias aisladamente y descubrir las características de cada una dé ellas, pues si se insiste en estudiarlas conjuntamente sólo se obtendrá un resultado ininteligible y se comprobará la imposibilidad de llevar a cabo tal esfuerzo. No obstante, me parece que sería igualmente erróneo insistir en que estos temas permanecen aparte, ya que entre ellos existen interconexiones muy importantes. Ambos deberían ser estudiados de modo global, pues de lo contrario, cada uno de ellos sólo sería entendido parcialmente. Por eso, opino que la cuestión primordial es que ninguno de ambos temas podría aprenderse plenamente a no ser que uno y otro se estudiaran aparte, pero que ambos resultarían mutilados en su intelección de no ser investigados conjuntamente. Cabe decir que no existe contradicción alguna entre ambos puntos de vista. Esto sólo significa que, en nuestra indagación intelectual, construímos determinadas idealizaciones y abstracciones útiles en ciertos casos para otros propósitos y para otros problemas que los que se suscitan.


-¿Qué opina usted sobre la teoría psicológica de tipo conductista?
-A mi juicio, la explicación conductista, del tipo estímulo-respuesta, poco tiene que ver con el lenguaje. Quiero decir que si usted toma cualquier conversación normal, por ejemplo, la que ahora mantenemos, no hay forma de dar cuenta de lo que cualquiera de nosotros dos hace sobre la base de cualquier historia de asociaciones del tipo estímulo-respuesta. De hecho, toda la teoría conductista, en la medida en que la conozco, es pura mitología. Nada tiene que ver con la ciencia; no tiene, desde luego, ninguna base científica; no es más qué una ideología particular o un tipo de mitología que no tiene ninguna fuerza lógica, y que nunca se ha verificado en la investigación de cualquier forma de conducta. Supongo, eso sí, que presenta cierto interés histórico. Ahora bien, si usted se pregunta que es la teoría estimulo-respuesta, no hallará otra contestación que la que la define como una suposición apriorística en el dominio de las ciencias humanas. No existe motivo alguno para tomarse en serio tal presupuesto apriorístico. Así, por ejemplo, en la física a nadie se le ocurriría permitir que alguien afirmara, antes de llevar a cabo cualquier investigación, que las conclusiones tuvieran que tener tal o cual carácter. La ciencia física sólo descubre algo a través de la auténtica investigación. Lo mismo sucede cuando se investiga el comportamiento de los seres humanos. El presupuesto o suposición apriorística de que es posible explicarlo todo en términos de estímulos y de respuestas, es del todo arbitrario y, de hecho, en la medida de nuestro saber, absolutamente falso.

-¿No cree que la Lingüística convertida en ciencia se aleja de la compresión de la mayoría de las personas?
-En el dominio de la Lingüística, las ideas generales, en la medida que sean realmente válidas, se hallan al alcance de cualquier individuo, sin que se requiera ningún aprendizaje especial. No creo que en la lingüística se tropiece con las profundas dificultades a obstáculos que se encuentran en otras áreas del saber en las que se requiere una particular especialización. Quiero decir que, aparte de ciertos dominios científicos, como determinadas áreas de la física y una gran parte de las matemáticas, no conozco investigaciones intelectuales que realmente rebasen la capacidad de un profano inteligente para entenderlas en sus líneas esenciales. Ahora bien, esto no quiere decir que cualquiera pueda llevar a cabo investigaciones profundas en cada campo. No, no es eso. Quiero decir tan sólo que, en cierto modo, la intelección o comprensión dentro de otro campo no ha alcanzado efectivamente aquella suerte de profundidad que requieren las especializaciones o el aprendizaje necesario para apreciar la naturaleza esencial de lo que han descubierto.

-¿Cree usted que puede salvarse el abismo existente entre el carácter abstracto y el uso efectivo del lenguaje?
-Sí, ciertamente. Creo que tal abismo puede salvarse y que, en gran medida, trabajar en el campo de la gramática generativa es encontrarse muy cerca del hecho observado, efectivo, aunque naturalmente, se produzca una determina abstracción. Sin embargo, en el área de nuestro estudio existen muchos fenómenos que no se sitúan en tales términos; por ejemplo, los fenómenos que pertenecen al campo de la sociolingüística. De todos modos, creo que este abismo, en aspecto: muy determinados, puede ser salvado.

-¿Cuál es el significado de las formas no lingüísticas de comunicación?
-Si se refiere a los gestos, preferiría no responder. Los gestos gozan de unas características especiales de las que no tengo nada que decir. No creo que se obtenga ningún esclarecimiento sobre dicha cuestión partiendo del estudio del lenguaje pues no existen demasiadas posibilidades de establecer una semiótica general, de establecer una teoría general de tipo científico. Por una vez, no creo que el lenguaje sea real, necesaria o primariamente, un sistema de comunicación.

-Pero el lenguaje es un medio de comunicación...
-Es un buen medio de comunicación Sin embargo, a menudo no lo es tanto como sabe bien todo el mundo a partir de su experiencia personal. Que existen muchas posibilidades de que fracase la comunicación, es algo bien cierto; pero creo que el hecho más decisivo es que la característica esencial del lenguaje no es la de ser un medio de comunicación. Es decir, el empleo del lenguaje para la comunicación no es sino uno de sus usos. Utilizamos el lenguaje a pesar de que no nos preocupe que comunica. Supongamos que uno emplea el lenguaje para expresar honradamente sus ideas y que no se preocupa demasiado de que el auditorio entienda lo que dice o si realmente le está escuchando. Mucho me temo que tal situación sea más frecuente de lo que parece. Sin embargo constituye un uso del lenguaje completa mente natural y normal. A mi juicio, no creo que sea una vulgaridad pensar que el lenguaje no es más que un instrumento, un medio para alcanzar un determinado fin como por ejemplo, conseguir que la gente crea lo que uno dice, lo que uno opina, etc

-¿Cómo definiría usted el lenguaje?
-Como un medio destinado tanto a la creación como a la expresión del pensamiento en el sentido más amplio; y no mi refiero únicamente a unos determinados conceptos de orden intelectual o cosa parecida.